Hace unos días empezó una nueva edición del festival D’A de Barcelona. Para algunos, un festival más, para otros, un hogar en el que vivir unos días (o unas horas.)
Mi recorrido por esta edición empezó el sábado 6 de abril, un poco más tarde de lo esperado. El filme de inauguración de mi recorrido fue Orandi de Serafín Teja. No sabía de qué trataba la película, pero la web del festival me la vendió muy bien. Entré casi tarde, no me acordaba donde se situaba el auditorio del CCCB. El caso es: empezó la película, y me sumergí. Era un film de una potencia visual estremecedora. Cada fotograma era mejor que el anterior, y tenía imágenes que algún día en un universo alterno acabarían siendo icónicas.
Pero la película, en términos generales, no era para tanto. Esas imágenes tan bellas creaban una dialéctica con un texto. Según Serafín Teja en el coloquio, estos dos factores acababan complementándose, pero yo veía lo contrario. El texto no le hacía justicia a la potencia visual del film. Una sofisticación y un deseo de hacer poesía que no acababan de encajar muy bien. Al fin y al cabo era un ejercicio muy interesante, de hacer cine con pocos medios y reflexionar sobre la memoria y las imágenes. Pero es una lástima que todo vaya a peor con el texto en voz en off, que al final acaba siendo demasiado sofisticado para imágenes que podrían hablar por sí solas.
La segunda película que vi ese mismo día fue Música, de Ángela Schanelec. El film es una reinterpretación muy libre del mito de Edipo. Seguimos a Jon, un personaje frío y Bressoniano, que está construido a base de desgracias. La película parece que se divida en tres partes, pero podrían ser tres películas distintas perfectamente. Lo único que une estas tres partes es la música, como indica su título.
A través de sus planos generales de paisajes museísticos y sus planos detalle fragmentados, Schanelec nos brinda una película única i distinta. Sí que es verdad que es una propuesta algo radical que puede no gustar a todo el mundo, pero es una experiencia que hacía mucho que no vivía en un cine. Aunque requiera de una exigencia extra por parte del espectador, Schanelec crea un mundo íntimo y propio que no dejó indiferente a nadie. Se estrena el próximo 19 de abril de la mano de Atalante (lxs mejores)
El domingo 7 empecé el día viendo La Hojarasca, dirigida por Macu Machín, en el CCCB. Al principio tenía miedo, en términos generales sabía a lo que iba, pero también lo sabía con Orandi. Aun así, ese miedo acabó a los cinco minutos de arrancar la película. La Hojarasca es un híbrido entre documental y ficción, que trata sobre dos hermanas que vuelven a su casa natal, donde actualmente reside su tercera hermana. Ahí empiezan a florecer viejos conflictos y posibles futuras soluciones que parecen no llegar nunca.
Me fascina la sensibilidad de Macu Machín para transmitir un mundo bellísimo, pero caduco a través de sus imágenes. Todo el filme he estado lleno de pena, de un miedo constante de lo que estaba por suceder. Este híbrido entre lo documental y lo ficcionado beneficia muchísimo a la cints, encontrando un punto de naturalidad perfecto tanto en las interpretaciones como en las situaciones. Un film digno de ser visionado y revisionado. Porque el trato de un mundo que se acaba y una vejez llena de miedos y arrepentimientos es digna de ser celebrada.
He acabado este fin de semana con un double-feature de Hong Sang-soo: In Water, y Nuestro Día. Creo que no tengo palabras para expresar la experiencia que es ver películas de Hong Sang-soo en el cine, es pura felicidad.
In Water, la película polémica por estar desenfocada, es una bendición para el mundo. Ver en pantalla grande una película desenfocada es una experiencia fuera de todo lo concebido. Al salir de la sala, estábamos todos alucinando por lo que acabamos de ver. ¿Cómo le puede salir todo tan bien a Hong Sang-soo? La película trata sobre un director amateur que intenta completar su primer film. Aparte de ser brutalmente personal, el director nos ofrece una mirada digna de estudio. Una mirada que mezcla la imagen con ese demonio denominado “creatividad”. Una creatividad que amenaza con la borrosidad y nunca acaba de ser demasiado clara. ¿Pero, por qué preocuparnos? Nos pregunta Hong Sang-Soo. Creo que él sabe más que nadie, que todo será borroso siempre, y nunca llegaremos a verlo del todo claro.
A los quince minutos de terminar una sesión de terapia sobre la creatividad, vino In Our Day. No solo es otra bendición de Hong Sang-Soo, sino también una amalgama de lo que es su cine. La película nos cuenta dos historias paralelas. Una sobre Sang-Won (Kim Min-hee) y su nueva vida en casa de una amiga y su gato. La otra, sobre un poeta llamado Hong Ju (Gi Ju-Bong) y su vida después del fallecimiento de su gato.
Cuando Hong Sang-soo estrena una película y hay un poeta apellidado como él, ya sabes que esto será de todo menos opaco. Una película pequeña, pero llena de una ternura propia del director. Donde no solo se vuelve a observar todos los leit motifs que lleva usando el cineasta en los últimos años, sino que también se observa a un Hong Sang-soo mayor y preocupado por todo su alrededor. La película es inmensamente graciosa, el público se reía a carcajadas, pero también es infinitamente retrospectiva, donde también observamos su visión sobre la vida, el amor, y la verdad. Aun así, esta vez, decide dar una respuesta particularmente única.
Nuestro Día se estrena en España el 12 de julio. Mientras que In Water se estrena unos días después, el 17 de julio. Las dos de la mano de Atalante (otra vez, los mejores).
Estad atentos a Blcokbuster Keaton, pues al D’A aún le quedan muchos días de programación y mucho cine por analizar. Estaré por aquí con más crónicas del festival los próximos días.