Hace unos días que tuvo lugar la Disney D23 del 2024, una macroconferencia donde Disney expone todo lo relacionado con este y sus franquicias. Todos sabemos que hace años que Disney exprime todo el zumo que puede de todas sus franquicias y de sus propias películas. Este año han anunciado un parque entero para Monstruos S.A. en los EUA, se han dado los premios Disney Legends a Miley Cyrus y a Harrison Ford y se ha perpetuado un crimen.
Mira Disney, te compré que obligaras a punta de pistola a hacer un Toy Story 4 (Josh Cooley, 2019) (la cual disfruté, pero no estuvo a la altura de sus predecesoras, pero lo que has hecho este año se puede calificar ya de corbata colombiana. En un arrebato se está jodiendo el legado que Pixar construyó con tanto esmero, cariño y esfuerzo, han anunciado las secuelas que nadie necesitaba: Toy Story 5 (Andrew Stanton, McKenna Harris; 2026), Los Increíbles 3, una serie spin-off sobre Del Revés (que bueno, puede estar bien). También nos encontramos con películas que nadie había pedido, como Zootrópolis 2 (Jared Bush, 2025) o Frozen 3 (2027) (que también disfruté de la segunda, pero alargar por alargar…) Y UNA SECUELA DE PONTE EN MI LUGAR donde veremos al cadáver de Lindsay Lohan (que la mató la factoría hollywoodiense, no lo olvidemos). Han anunciado también películas originales (pocas, pero lo han hecho), pero no han hecho ningún ruido. Ah, y cosas de Star Wars, Marvel Y UNA P**A COLABORACIÓN DE LOS SIMPSONS CON FORTNITE.
Mi opinión, como todas, es sesgada. Pero estoy ya bastante cansado de que Disney (el capitalismo en general) maltrate el legado cultural de varias generaciones con el único propósito de exprimir la gallina de los huevos de oro a base de crear nuevas películas, básicamente por el merchandising. Que sí, me diréis: Sergi, pero se ha jugado a esto toda la vida. Y yo os respondo: Pero man, que se escondan un poco.
El único problema que tengo con todo esto es con la factoría de Michael Mouse (lo he dicho otras veces, los diminutivos son para los amigos), con los empresarios de las oficinas (mercenarios a mi parecer). Andrew Stanton, Brad Bird y compañía no tienen (del todo) la culpa. Y confío plenamente en esta gente porque se dejan el alma en estas películas, y confío que harán el mejor trabajo posible (o el que los de arriba les dejen). Desde este blog pido (en singular, pero sé que muchos más estarán de acuerdo) la dimisión de Bob Iger y que entregue las armas y las tire al río de It’s a Small World en Disneyland.
Y que probablemente se vaya Iger (los rumores dicen que en la próxima D23 lo dejará) y llegue alguien peor. Al ritmo que vamos, ninguna de estas empresas van a mejor. Solo hace falta ver lo que han hecho con la mítica Warner Bros y HBO, como van hundiéndolas y se cargan películas acabadas para ahorrarse impuestos. Que el cine independiente esté en pleno auge se debe a cosas como estas. A gente que hace películas porque quiere y le gusta hacer películas. Disney, ya me has perdido, será difícil que me recuperes.