Las köttbullar, también llamadas albóndigas suecas, se preparan con carne de vaca molida combinada con migas de pan remojadas en leche y cebollas cortadas en trozos pequeños. Se condimentan con pimienta y sal. Las albóndigas suecas suelen servirse tradicionalmente cubiertas con salsa de carne, acompañadas de patatas cocidas o puré, junto con una salsa agridulce de arándanos rojos.
Pese a tener su origen en Suecia, las kötbullar son uno de los platos más populares del estado de Minnesota, pues gran parte de la población de esta región del norte de los Estados Unidos desciende de los pueblos escandinavos, entre ellos los suecos, que trajeron este favorito nacional al país norteamericano. Y seguramente esa sea la máxima de Fargo: el encontrarse cosas poco convencionales en el lugar equivocado. Y añado: en el peor momento posible.
Corría el año 1996 cuando los hermanos Ethan y Joel Coen, después de firmar sus primeros y más que interesantes largometrajes como Raising Arizona (1987) o Barton Fink (1991), decidieron embarcarse en las “historias reales”. De ahí nació Fargo, película que se podría considerar como una de las mejores de la historia del séptimo arte gracias al brillante libreto firmado por los hermanos y que les valió su primer Oscar; además de las magníficas interpretaciones de unos soberbios William H. Macy y Steve Buscemi y de una joven Frances McDormand, que sirvió tanto que ganó también su primer Oscar.
Dieciocho años después, a Noah Hawley (Bones, Legion) le gustó tanto la “historia real” que decidió crear la suya propia, transformando en serie la idea de los Coen. El resto ya es historia. La primera temporada de la serie de Hawley fue todo un petardazo, sobre todo gracias a su buen hacer en las labores de producción, escritura e incluso dirección de la serie. Consiguió crear un mundo propio tan parecido pero tan diferente a la película original que logró cautivar tanto a los más veteranos del universo como a los recién llegados. Por no olvidar de los papelones que se marcan Martin Freeman y Billy Bob Thornton, más que injustos perdedores del Emmy de aquél año ante un tal Benedict Cumberbatch que encarnaba a un detective que sonará a más de uno.
Después del éxito de la primera temporada, la cadena FX (antigua filial de la extinta FOX en Estados Unidos) vio la gallina de los huevos de oro y decidió, para mi criterio, sobreexplotar el universo creado por Hawley creando tres temporadas más, alternando algunas buenas y otras no tan buenas. Finalmente, después de una mediocre cuarta temporada, Hawley ha decidido poner punto y final a su viaje por Minnesota con la quinta temporada de la serie.
En el caso de esta quinta temporada, un sheriff de Dakota del Norte llamado Roy Tillman (Jon Hamm) anda tras la pista de Dorothy ‘Dot’ Lyon (Juno Temple), una ama de casa aparentemente corriente que se encuentra huyendo de las autoridades de Minnesota y Dakota del Norte. Aunque el hijo de Roy, Gator (Joe Keery), no quiere otra cosa que seguir los pasos de su padre, nunca puede estar a la altura de las expectativas de Roy, lo que obliga al sheriff a apoyarse en un vagabundo conocido como ‘Ole Munch’ (Sam Spruell).
Hay que decir que esta quinta temporada supone un poco un «back to basics» para Hawley, apoyándose en todo aquello que le ha funcionado bien a la serie: personajes poco convencionales, secuestros, asesinatos, cotidianidad y, lo más importante, mucha nieve y mucha sangre, que el blanco y el rojo combinan «de lokos». El libreto de la última temporada quizá es más simple que en otras temporadas, aunque quizá es un punto a favor, consiguiendo una historia más transversal y efectiva para cautivar al espectador.
Jon Hamm, uno de los reyes de la pequeña pantalla gracias a su papel de Don Draper en Mad Men (2007-2015), cumple con su cometido en el papel del sheriff Roy Tillman; pero quien se lleva todas las miradas es una Juno Temple tan inocente como explosiva en el papel de Dot. Y es que Fargo siempre se ha tratado de eso: hasta la persona más inocente e inofensiva tiene un trasfondo oscuro y es capaz de lo peor. Llegados a este punto solo toca decir: ¡Hasta siempre, Fargo! Aunque tengo la sensación que este hasta siempre se puede convertir fácilmente en un hasta pronto.
Todas las temporadas de Fargo están disponibles en Movistar+.