Una mujer acusada del asesinato de su marido debe defenderse ante el juez, el país entero y – sobre todo – ante la punzante «mirada» de su hijo, en un juicio donde su vida privada y su relación con la víctima son expuestas despiadadamente bajo lupa. Llega a España, por fin, la Palma de Oro de Cannes 2023: Anatomía de una Caída, de la mano de Justine Triet.

Anatomía de una caída es una película viva y compleja que nos habla, en primera instancia, de los claroscuros morales que se esconden en la búsqueda de justicia y verdad. Sin embargo, el metraje pronto muta hacia un drama personal más interesado en examinar el hundimiento de una relación que en resolver el misterio central de la trama. Y aquí es donde acierta. A pesar de que el enigma planteado y su investigación son lo suficientemente interesantes para alimentar un thriller judicial de calidad, es esta segunda faceta la que ensalza la película y le permite trascender el género.

Sandra (Sandra Huller) es una escritora de relativo éxito que vive con su marido, su hijo y su perro en los Alpes franceses. La conocemos tomándose una copa de vino y siendo entrevistada por una estudiante. Aquí, en la primera escena, ya se nos presenta una de las claves temáticas de la obra: la fina línea que separa la realidad de la ficción. La estudiante abre la entrevista con preguntas sobre las experiencias personales del pasado de la autora y su relación con las tramas que elige contar en sus libros.

Entendemos que la ficción toma el papel de vehículo subjetivo para relatar verdades emocionales y, a medida que la trama avanza, también este hilo temático se desarrolla con astucia y claridad. Sandra no es un personaje fácil de leer y sus complejidades nos mantienen pegados a la pantalla, juzgando su carácter y sus acciones de la misma forma en la que lo hacen aquellos de su alrededor.

Es Daniel (Milo Machado Graner), el hijo de 11 años, parcialmente cegado por un accidente en la infancia, quien descubre el cadáver del marido. El choque emocional inicial da paso a un trauma aún más profundo: la incertidumbre sobre las circunstancias de la muerte. Una tragedia accidental puede resultar más fácil de superar que el escrutinio constante al que madre e hijo se ven expuestos a continuación. El chaval sufre ante los interrogatorios y ante la atención que el caso genera, pero sobre todo sufre ante sus propias dudas y su propia necesidad por averiguar la verdad. Estamos, además, ante una de las interpretaciones infantiles más remarcables de los últimos años, un aspecto crucial sin el cual la película no podría triunfar tan rotundamente. Y es que la perspectiva que seguimos es, en gran medida, la de Daniel. Nos encontramos deseando descubrir la verdad con tanto ardor como él y, simultáneamente, sufriendo a su lado el violento acoso a las intimidades más agrias y feas que el matrimonio de sus padres escondía.

Como ya habíamos avanzado, Anatomía de una Caída no es una película que reafirme una vez más la búsqueda de la justicia y de una verdad objetiva, sino que trabaja con ambigüedades. Se recrea en mostrarnos las líneas sorprendentemente borrosas que separan esos opuestos bien establecidos como objetividad-subjetividad o ficción-realidad. Es una obra que refleja preocupaciones propias de nuestra época, un baile de hechos y narrativas que se apoyan y se contradicen donde lo más real son las consecuencias emocionales de la búsqueda misma.

Igual que la interpretación de Daniel merece reconocimiento, también lo merecen todas las demás – incluso la del perro (no es broma). No obstante, la mención especial debería ir para Sandra Huller, quien navega de forma segura y contundente tanto los momentos más silenciosos como las vistosas explosiones emocionales. Huller hace gala de una precisa combinación de fuerza, sensibilidad y vulnerabilidad. Su papel y su interpretación, comparable al Tár de Cate Blanchett, es sin duda uno de los mejores del año.

Con una minimalista pero evocadora banda sonora y un juego de cámara y dirección impecables, nos encontramos, pues, ante una película excelente en todos sus aspectos técnicos, además de fascinante a nivel narrativo y temático. Anatomía de una caída analiza y cuestiona su propio género, las historias que contamos y nos ofrece un ángulo fresco al eterno debate de la posverdad.

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