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Tuve el placer de entrevistar a uno de los directores más radicales del cine contemporáneo, Ben Rivers, en el marco de l’Alternativa. Un hombre que no revela demasiado de sus películas pero siempre está dispuesto a hablar de ellas. Cuando llegué, le pregunté como se encontraba ya que me habían dicho que estaba un poco malo, pero me dijo que se encontraba super bien, y que no quería faltar a ninguna entrevista ni a la presentación que tendría lugar una hora después de la misma.
Os invito a leer la entrevista, en la que hablamos de sus procesos creativos, su relación con la música y, al final, comparte una pequeña anécdota con Albert Serra. Muchas gracias Alternativa Film Fest i a Julia Gaitano por esta oportunidad tan importante.
Hug Banqué
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Esta es la segunda vez que vienes a Barcelona para presentar un proyecto tuyo. La anterior fue por Xcéntric , hace muchos años, ¿Cómo te sientes al volver a presentar una película en esta ciudad?
He venido a Barcelona varias veces. Tengo amigos aquí; de hecho, coescribí una película con un amigo en esta ciudad. Me gusta Barcelona, y es un placer volver con esta película. Quizá L’Alternativa haya proyectado algunas otras de mis películas, pero no llegué a venir en esas ocasiones… Eso que mencionas del Xcèntric, recuerdo que era un concepto muy interesante. Además, me encanta viajar con mis películas, conocer a otros directores… Es muy bonito proyectar películas en otros países y recibir distintos tipos de «feedback», claro.
Además, tus películas son únicas y muy especiales; no se ajustan a un perfil «mainstream» ni son de fácil acceso. Creo que es significativo que la gente tenga la oportunidad de ver tus filmes y que te descubran como cineasta. Recuerdo que la primera vez que vi una de tus películas fue toda una conmoción. Fue después de que un profesor de cine te mencionara, y me resultaba extraño que solo un pequeño grupo de personas hablara de tus películas, considerando que las experimentaciones e innovaciones que propones son verdaderamente únicas.
¡Gracias! ¡Me alegra saberlo! Es curioso eso que mencionas sobre tu profesor; considero que mis películas serían complicadas de enseñar a los alumnos. No porque no se pueda, sino porque son muy personales. Es una buena pregunta, ¿cómo deberían enseñarse…? La verdad, no lo sé.
Para empezar a hablar de tu nueva película, Bogancloch, me gustaría preguntarte cuál es tu relación con esta película, y cómo ha sido volver con Jake Williams.
La historia entre Jake Williams y yo es muy larga. Una de las primeras películas con las que me sentí verdaderamente orgulloso fue con él. Volví a trabajar con Jake para hacer Two Years at Sea (2011), cinco años después de rodar el corto This Is My Land (2007). La respuesta a Two Years at Sea fue muy buena; ambos estábamos muy contentos con el resultado. Además, la hice de manera muy silenciosa, casi en secreto, nadie sabía que estaba trabajando en ella, y al final le fue muy bien. Sin embargo, por otra parte, volver era un riesgo. Cuando una película te resulta muy valiosa, tanto para mí, como director, como para la audiencia, corres el peligro de arruinarla al regresar a ese universo.
Hacer una secuela es complicado; muchas veces las secuelas no están a la altura, aunque ocasionalmente sí lo están. Por ejemplo, Evil Dead 2 (Sam Raimi, 1987) es una excelente secuela. Así que pensé que era posible. Me dije: «Creo que es necesario volver». Sentí que tenía que hacerlo, especialmente al acercarse el décimo aniversario de Two Years at Sea. Pensé que sería una bonita idea: una oportunidad para observar cómo han cambiado las cosas en el mundo de la película. Creo que, en estos últimos 10 años, han pasado muchas cosas, tanto a nivel personal como global, y ningún espectador verá esta película sin tener esos cambios en mente. Por eso es una película diferente: no por lo que está explícito en la pantalla, sino por todo lo que ha ocurrido en el mundo, aunque no se mencione directamente. El público sabe que esas cosas han pasado. No es solo una secuela. También es un reflejo del cambio en los espectadores que vieron Two Years at Sea. Ellos, como el mundo de la película, ya no son los mismos.
Eso me recuerda a cuando en la última edición del festival de Locarno, una mujer te agradeció el hecho de que hicieras la película Two years at sea, porque la ayudó a apaciguar la cuarentena. Cosa que es sorprendente, porque recuerdo que en la pandemia mucha gente en distintas redes sociales comentaron tu película como símbolo del individuo apartado de la sociedad. ¿Cómo te sentiste al respecto?
Me dio muchísima confianza y entusiasmo escuchar eso. Ver el tipo de vida que lleva alguien como Jake es muy calmante para el espectador. No sufre de pánico por su falta de contacto con el mundo exterior; de alguna manera, la película te invita a serenarte y a establecer una relación diferente con el tiempo. Ese era precisamente uno de los principales problemas durante la pandemia: de repente nos vimos obligados a enfrentarnos a una relación completamente distinta con el tiempo, y eso resultaba aterrador. No estábamos acostumbrados, porque vivimos en un mundo donde estamos constantemente conectados con todo y con todos, sin pausa. Por eso, significó mucho para mí saber que esa película fue un consuelo para tanta gente. Además, fue reestrenada, aunque de manera online, que no es el formato ideal; pero si es la única manera en que la gente puede verla, no hay mucho que hacer.
Cuando vi Two years at sea, lo que más me sorprendió fue el vínculo que creaste con tu protagonista, Jake Williams. Tu película podría haber caído en estereotipos paternales y antropológicos, cayendo en un documental que observa la vida de alguien de una manera frívola y sin ningún tipo de respeto. Aun así, no solo creaste afecto, sino que pudiste originar una ficción. Así que mi pregunta es, ¿cómo conseguiste este afecto para poder llevar una ficción a la pantalla partiendo de lo real?
Todo parte de mí como persona y como cineasta. Nunca pensé que sería capaz de explicar toda una vida en una película; para mí, eso es imposible, especialmente en solo noventa minutos, aunque la gente lo intente constantemente. Una vez que te deshaces de esa idea, se abre todo un abanico de posibilidades: puedes trabajar con alguien y construir un mundo que es suyo, pero no exactamente su mundo. Ahí es donde entra el elemento de ficción, que nos da la libertad de hacer lo que queramos dentro de los confines de ese espacio. Es un equilibrio entre incorporar elementos de la realidad de su vida y, al mismo tiempo, cortar muchas cosas que no quiero incluir porque no forman parte de ese mundo específico que estoy creando en la película. Para lograrlo, mucho depende de darme el tiempo necesario para probar estas ideas y experimentar con ellas.
He leído que en tus películas, y en tus procesos, normalmente te tiras de lleno y “encuentras cosas en el camino». Por ejemplo, ¿en Bogancloch, fuiste con la idea preconcebida de hacer una secuela, o fuiste grabando durante los años y te encontraste con una película…?
La verdad es que es una mezcla. Obviamente, necesito dinero para pagar todos los rollos de película, para pagar a Jake, y hay muchas cosas que cubrir. Pero, para tener ese dinero, necesito escribir algo. Creo que escribí entre 6 y 8 páginas de guion. De hecho, no es un guion, sino ideas que quiero probar. Algunas de ellas son tal como me las imaginé en mi cabeza, como la escena final de la bañera, una escena que realmente quería hacer, o la escena en la que recoge al pájaro muerto en la carretera y después lo cocina, que también quería hacer. Pero también hay otras cosas. Fui a filmar cinco veces durante el año, así que cada vez que iba pensaba en algunas escenas, pero también dejaba espacio para lo que pudiera pasar o lo que se nos pudiera ocurrir. Así que, cuando iba, filmaba esas escenas que estaba pensando, pero también había mucho espacio para crear intuitivamente. Básicamente, es tener ideas concretas, pero siempre estar abierto a encontrar otras nuevas, y también a cortar algunas. Por ejemplo, la escena de los cantantes. En el guion, los cantantes aparecían a lo largo de la película, cantando en el bosque, y lo filmamos. Pero después, en el montaje, fue cortado, porque todo lo que era necesario estaba dentro de la escena de la hoguera, y ese momento perdía potencia si se mostraban otras escenas de los cantantes.
Quería preguntarte por el título de tu película, Bogancloch es el espacio donde vive Jake Williams, por qué el título del espacio ahora, y no en tu primera entrega como This is my land?
Muy buena pregunta. Con el corto (This Is My Land), no dudé en ningún momento del título; antes de financiarlo, ya lo tenía claro y me encantaba. Es una referencia a la canción This Land Is Your Land de Woody Guthrie, así que estaba completamente seguro. Pero cuando hice Two Years at Sea, tenía muchísimos títulos en mente, aunque me encantaba la idea de que Two years at sea (dos años en el mar) hiciera referencia a su vida como marinero. Con esta nueva entrega, desde el inicio, quería usar esta palabra: Bogancloch. Básicamente porque luce muy bien; es una palabra inusual que visualmente llama la atención y, además, nadie sabe lo que significa. Es de esas palabras que necesitas leer dos veces… De hecho, mi amigo Ben Russell (que estuvo en L’Alternativa este año presentando Direct Action) no paraba de decirme que nadie sabría lo que significa y que nadie sabría pronunciarla. Pero pensé: «En verdad, eso está bastante bien». Es una palabra misteriosa; si la gente la pronuncia mal, no pasa absolutamente nada. Se convierte en una palabra desconocida que las personas manipulan y hacen suya. Eso le da un encanto único.
También tenía mucha curiosidad por tu relación con la música, porque en otros cortos tuyos que he visto usas un tipo de música muy específica. En Two Years at Sea, por ejemplo, utilizas la música de Jake Williams, y me preguntaba cuál es tu visión de la música en el cine. También me resulta interesante cómo utilizas las fuentes de sonido para transmitir la música. Por ejemplo, recuerdo que en una entrevista en Locarno mencionaste que te encantaba el sonido de los altavoces viejos y de mala calidad, porque creaban un mundo ajeno a la realidad.
Totalmente. Me encantan las cosas imperfectas. Por eso ruedo en película, porque lo digital es demasiado perfecto, preciso y limpio. Por el contrario, rodar en película puede producir imágenes más «sucias» y menos claras, lo que me resulta mucho más interesante. Lo mismo ocurre con el sonido: me gusta utilizar diferentes fuentes de sonido. Con la música, sigo la misma lógica; no me gustaría reemplazar la música de Jake por una versión digital más pulida, creo que no funcionaría en absoluto. En las películas que he rodado con él, siempre utilizo su música directamente desde sus propios reproductores. Pienso que eso es algo sumamente importante: la música que él ha acumulado y que escucha diariamente forma parte de su esencia. Además, le gusta un tipo de música muy ecléctica, y creo que compartimos ese rasgo a la perfección.
Eso es algo que me he preguntado mucho, ya que compartís afinidad musical. Me gustaría saber si, a lo largo de los años, habéis compartido otros aspectos de vuestras vidas o personalidades. En definitiva, ¿crees que, con el tiempo, una parte de él ahora forma parte de ti?
No lo sé… Creo que… No lo sé… Bueno, sí. Inevitablemente, sí. La razón es simple: ¿por qué me atrajo su forma de vivir desde el primer momento? ¿Y por qué quise volver una segunda vez? Está claro, necesitamos correlaciones en nuestras vidas, y hay cosas que realmente adoro de su manera de vivir. Yo no podría vivir como él, pero me encanta esa conexión física con la naturaleza, el poder ir a caminar cuando quieras, escuchar distintos tipos de música. Definitivamente. Muchas veces voy a su casa; no para rodar, sino simplemente para hacer sesiones de música. Él me toca canciones, o escuchamos juntos sus nuevas adquisiciones, o las mías. Es algo verdaderamente bonito. La música ha sido un aspecto muy importante en la vida de Jake, y también en la mía. De hecho, cuando escribo o imagino proyectos futuros, creo listas de reproducción con músicas diversas que, de alguna manera, me inspiran o están al mismo nivel de atmósfera que las películas que quiero hacer.
A lo largo de tu carrera, has filmado en 16mm, y me fascina tu dominio de este formato. Por ejemplo, hay una secuencia en This Is My Land donde suenan tambores como banda sonora, pero la pantalla está completamente en negro. En esos segundos, se pueden apreciar distintos rasguños en el celuloide, como si fueran al ritmo de los tambores, como si los rasguños bailaran con la música. Lo que me gustaría saber es: ¿cuál es tu relación con el celuloide, y cómo respondes a estas sorpresas que este formato fílmico puede ofrecer?
Esto tiene mucho que ver con el montaje de mis películas. Cuando montas, buscas que la música o el sonido se correlacionen de una manera muy especial con las imágenes. Aunque puedo controlar el proceso de revelado de la película, siempre hay un componente de sorpresa. No puedes saberlo todo, porque cuando filmas en celuloide, todo sucede dentro de una caja a la que no puedes acceder en tiempo real. Es solo cuando escaneas la película y ves el resultado que comienzas a trabajar con lo que tienes. En ese momento, empiezo a montar y a probar directamente música y sonido con las imágenes para ver qué efectos provocan. En el caso particular que mencionas, me encontré, al final de un carrete, con un largo espacio en negro filmado. Tenía una grabación de Jake tocando tambores y decidí combinar ambos elementos. Cuando lo hice, pensé: «Dios mío, esto crea un efecto bellísimo». Fue como un milagro.
Una última pregunta porque se nos acaba el tiempo. He leído que conoces a Albert Serra.
¡Qué fuerte! el entrevistador anterior también me ha preguntado eso, lo queréis mucho aquí.
Por supuesto, es el mejor. ¿Podrías decirme como os conocisteis, o si tenéis alguna anécdota especial, si crees que vuestras obras comparten algo en específico…?
Hemos tenido algunas charlas. Recuerdo que nos conocimos en un festival de cine hace ya mucho tiempo. Una de las maravillas de los festivales es que conoces a otros directores, y te sientes atraído hacia aquellos que más admiras o con quienes encuentras una especie de conexión espiritual, incluso si las películas que hacen son muy diferentes. Albert es un gran cineasta, un cineasta radical y un amigo al que realmente admiro. Es fantástico conocer a este tipo de personas, y los festivales de cine facilitan esos encuentros. A veces, estas amistades se consolidan de la manera más sencilla: compartiendo copas y emborrachándote juntos, como fue mi caso con Albert.
Muchas gracias de nuevo al festival y a Ben Rivers por concederme esta entrevista.
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