Llevábamos unos meses contemplando que Longlegs, film escrito y dirigido por Oz Perkins, sería una nueva tendencia del terror contemporáneo. Sus teasers poco reveladores, pero muy sugerentes, escandalizaron al público, y nos prometían algo que marcharía con orgullo delante del terror actual lleno de puro screamer y público “facilón”.
Es complicado evaluar una película de tal magnificencia en cuanto al hype. No es un tipo de cine que suela consumir, pero considero que va un poquito más allá de lo que podríamos ver hoy en día en cartelera. La película trata sobre la agente policía Harker (Maika Monroe) y su constante búsqueda (y conexión) con el asesino en serie Longlegs (Nicolas Cage).
Hablar primero del márquetin que tuvo la película. Uno que llenó de expectativas a los fanáticos más cultos del terror artístico. Llenando de teasers e imágenes que inundaron las redes sociales de hype y expectación. Aunque creo que es un márquetin acertado y muy logrado, sirve de mucho para crear una idea de la película que no es. Además, me pregunto, ¿por qué poner el nombre de Nicolas Cage como actor, cuando durante la película hay un gran misterio de quién es y como podría lucir este asesino?
En cuanto al film, no escapa mucho de lo que podríamos esperar de una película de terror contemporánea. El inicio es magnífico, la presentación fragmentada del asesino te pone los pelos de punta, pero mientras avanza la película esperas (y rezas) que no vaya en una dirección facilona o llena de clichés, pero… desgraciadamente sí. Lo hace.
Un guion destrozado, que empieza con un suspense prometedor, y crea un misterio tenebroso y lleno de dudas que devuelve la fe en el terror actual. Los screamers son también recurrentes en una película que parecía garantizar un número escaso de estos. Al mismo tiempo, hacia el final de la película, una voz en off decide explicártelo todo, y te saca totalmente de lo inquietante y realista para meterte en un campo mucho más fantástico y religioso que parecía no tener nada que ver.
Aun así, la sangre y el “malrollismo” constante en la primera parte de la película es fascinante. Violencia visceral y apariciones diabólicas que muchas fans disfrutaran de arriba a bajo. Nicolas Cage es el verdadero protagonista de todo esto, su papel es como si Nicolas Cage en vez de haberse presentado al casting de Superman de Tim Burton, se hubiese presentado al de Joker de Todd Phillips, y no hubiese gustado porque parecía ser demasiado desmolarizante para el público joven. Su personaje perturba y saca de las casillas a todo espectador, es desagradable y agrio, con una vibra muy similar a su actuación en Vampire’s Kiss (Robert Bierman, 1988)
La dirección no está nada mal, es original y sitúa a Oz Perkins en el mapa de autores del cine de terror a tener en cuenta. Es una pena que el guion vaya destruyendo la película a cada decisión que toma, pero las bases que elige y como las desarrolla (al inicio) son del todo positivas. Hay unos montajes de imágenes simultáneas capaces de asombrar y crear una atmósfera que se aleja del screamer. Una atmosfera que se va destruyendo poco a poco hasta el punto de llegar a ser absurda.
En definitiva, Longlegs prometió demasiado. Nos garantizó una experiencia fuera del terror habitual, y acaba siendo una película más del género contemporáneo. Aun así, Nicolas Cage deslumbra y los amantes más fieles del género la disfrutarán desde el minuto uno. Estaría bien reflexionar sobre si – de verdad esta película es apreciada como un nuevo hito del género de terror – el problema reside más en nosotros que en la industria. Parece ser que ahora nos conformamos con mucho menos, y esto condena al género mucho más de lo que lo favorece.