Los trailers de Scott Pilgrim da el salto mentían. O por lo menos ocultaban parte de la verdad sobre la nueva serie de Scott Pilgrim, producida por Netflix y animada – con mucho estilo – por el estudio japonés Science Saru. Lo cierto es que no se trata realmente de una adaptación sino de una reimaginación. Bryan Lee O’Malley, creador del cómic original y desarrollador de esta serie, cuenta en una entrevista que la idea de hacer un remake directo de la historia original se le hacía muy cuesta arriba. Él siempre vió a Scott Pilgrim como una historia para gente de veintipico años. Ahora, a sus 44, las cosas han cambiado. Revisitar el caos del cómic original y condensarlo en una temporada de televisión no le atraía. Así que él y su co-creador Ben David Grabinski decidieron darle un giro diametral a la trama y cargarse al protagonista en el primer capítulo.
Sí, habéis leído bien. Y no es ningún spoiler, sino que viene a ser parte de la premisa misma de la serie. Aunque… por si no estáis al día, hagamos un repasito de la historia original. Scott Pilgrim es un veinteañero optimista, pero desorientado, que vive con su amigo gay, Wallace. Un día, conoce a Ramona Flowers, la chica de sus sueños (literalmente), y se da cuenta de que debe vencer a sus siete ex-parejas (exes) malvados en combate para poder estar con ella. Ah, y Scott toca en una banda de rock llamada Sex Bob-omb. Sobre esa base, la obra original construye una trama sorprendentemente profunda sobre los romances de juventud, la toxicidad en las relaciones amorosas, las heridas emocionales que dejan y el proceso de madurez. Ahora bien, la peli del 2010 dirigida por Edgar Wright, razonablemente fiel al cómic, no llega a explorar en profundidad las facetas más complejas de la historia. En cambio, sí que borda su espíritu irreverente, juguetón y su alocado estilo visual, por lo cual no nos sorprende ver como, con el paso de los años, se ha llegado a convertir en obra de culto.
Scott Pilgrim da el salto, sin embargo, va en otra dirección. Scott (Michael Cera) pierde el combate contra Matthew Patel, el primer ex de Ramona. Así que el resto del variopinto elenco de personajes deben seguir sus vidas y enfrentarse a nuevos desafíos personales que se alejan bastante de la trama original. Seguimos a Ramona (Mary-Elizabeth Winstead) como protagonista, mientras intenta resolver un misterio relacionado con la muerte de Scott y se enfrenta ella misma a su pasado y a la superliga de villanos montada por sus exes malvados. Esencialmente, el interés romántico se convierte en personaje principal, lo que la obliga a lidiar con su pasado, a cuestionar su propio comportamiento y a tratar de enmendar sus errores.
En el universo de Scott Pilgrim, nadie es perfecto. Todos le han hecho daño a alguien y todos, a su vez, han sido heridos. Todos tienen roña emocional de la que deshacerse o muros que derribar, y es precisamente eso lo que hace que el cómic original golpee tan hondo en adolescentes y veinteañeros. Aquí, el personaje de Ramona Flowers se beneficia de más protagonismo y suple el papel de Scott sin mucho esfuerzo. Es una chica que suele mantener cara de poker ante el mundo, se pinta el pelo de un color diferente cada día y patina para escapar de sus problemas. Sencillo, pero efectivo. De hecho, el elenco entero brilla con personalidad desbordante y carisma. Incluso los secundarios con menos tiempo en pantalla tienen su qué. Y si algo caracteriza al mundo creado por O’Malley es la calidad de sus personajes, fácilmente reconocibles, citables e imitables. Son caricaturas con profundidad y resulta muy fácil encariñarse con ellos.
A esto, le sumamos una animación acogedora y creativa, que aprovecha muy bien los recursos de su medio para expresar lo más ridículo y divertido del universo Scott Pilgrim. Es un pastiche de anime, novela gráfica, videojuegos y garage rock que brilla con personalidad juvenil y estilo. Actuaciones musicales, combates que recrean el estilo arcade de videojuegos clásicos y flashbacks emocionales teñidos de azul nostalgia se combinan para formar un conjunto sólido lleno de fuerza imaginativa y humor.
Pero lo cierto es que esta serie no satisfará las ganas de los fans por ver una adaptación fiel del cómic, sino que Scott Pilgrim Da El Salto funciona más como una secuela de la película de Wright. Es casi indispensable haberla visto antes de adentrarse en la serie. Aún así, para aquellos que busquen una representación visual entretenida que añade su propio giro original a la trama y explora los personajes desde nuevos ángulos interesantes, la producción de Netflix cumple con creces, engancha fácilmente y deja con ganas de más.