A diferencia de Antena 3, Prime Video sabe cuándo empezar con las películas navideñas. Su calidad, también, es equiparable. Las películas navideñas cada vez salen peor, aunque hay notables y esperanzadoras excepciones, como Klaus (Sergio Pablos, Carlos Martínez Gómez, 2019), una obra maestra de la animación altamente infravalorada. Por desgracia, Navidad en Candy Cane Lane (Reginald Hudlin, 2023) no es una de estas excepciones. Eddie Murphy parecía que iba a remontar el vuelo con Yo soy Dolemite (Craig Brewer, 2019); y el reboot de Superdetective en Hollywood (Martin Brest, 1984) nos daba un halo de esperanza para su carrera (ni yo sé si es sarcasmo o no), pero esta peli ha hundido un poco las esperanzas. Pero vamos al grano.

Navidad en Candy Cane Lane es insulsa y olvidable. La premisa es que Murphy, un padre de familia, hace un pacto con un elfo para ganar el concurso de luces navideñas del suburbio en el que viven, con erótico resultado (nah, es broma). Cómo no, las cosas salen mal. Y no sé si queréis spoiler, pero bueno, es una peli navideña y ya se sabe como puede acabar.

Vamos a ser positivos, los efectos visuales están bastante logrados y la combinación de animación 3D y «live-action» maridan de fábula con la fantasía propia de la cinta.

Ahora, volvamos a ser realistas: La comedia, en lugar de ser ingeniosa, se convierte en una sucesión de chistes planos y momentos poco inspirados que no generan risas genuinas. Los personajes, incluida la familia protagonista, carecen de profundidad o interés y terminan siendo simples caricaturas sin desarrollo real. Las actuaciones, aunque realizadas por actores competentes, no logran elevar un guion mediocre. Las interacciones entre los personajes a menudo se sienten forzadas y sin química, lo que dificulta la conexión emocional con la audiencia.

El papel de Eddie Murphy es el mismo que en sus películas de los 2000, un tío bonachón cuya única maldad son sus propios objetivos, me refiero a películas como Atrapado en un pirado (Brian Robbins, 2008) o Papá Canguro (Steve Carr, 2003).

Al igual que en esas películas anteriores, Murphy se presenta como el protagonista que busca hacer lo correcto, pero su interpretación parece estar atrapada en una repetición de gestos y chistes que ya hemos visto antes. Su actuación carece de la frescura y la originalidad que solía aportar a sus personajes cómicos en décadas pasadas.

El humor, en lugar de evolucionar con el tiempo, parece estancado en una fórmula predecible que ya no tiene el mismo impacto. Las bromas y situaciones cómicas se sienten como un refrito de los momentos más memorables de las películas anteriores de Murphy, sin aportar nada nuevo ni destacar en medio de la trama navideña.

Aunque Eddie Murphy ha demostrado en el pasado su habilidad para hacer reír al público, su papel en Navidad en Candy Cane Lane parece ser simplemente un eco de sus personajes anteriores, sin la chispa creativa que una vez lo hizo destacar en el género de la comedia. La película, en lugar de ofrecer una evolución en el estilo del actor, se aferra a una fórmula gastada que deja a los espectadores con la sensación de haber visto esto antes, y mejor.

En resumen, Navidad en Candy Cane Lane es una amalgama de clichés navideños sin el toque creativo necesario para destacar en el género. Es una película que no logra cumplir con las expectativas de una comedia festiva, ofreciendo una experiencia olvidable y sin el encanto que hace que las películas navideñas sean memorables, como otras que tanto nos han hecho disfrutar cubiertos con una manta y con un tazón de chocolate sujetado con las dos manos.

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