Recientemente, Amazon Prime Video ha estrenado Bottoms (2023), el segundo largometraje de la directora Emma Seligman, directora de Shiva Baby (2020), coescrita a cuatro manos con la protagonista Rachel Sennott. Se ha hablado mucho de esta película producida por Elizabeth Banks. Nos encontramos con una coming of age que bebe de referencias como Supersalidos (Superbad, 2007), Superempollonas (Booksmart, 2019) y, hasta en ocasiones, El club de la lucha (Fight Club, 1999) de la mejor manera posible, añadiendo muchas cosas que un servidor no había visto nunca en este tipo de películas.
La película empieza con la paliza a una chica en el instituto y nuestras protagonistas ven necesario crear un club de autodefensa disfrazado de club de la lucha, ya que es la única manera de que el director les acepte el club: con una referencia a la película de Fincher. Lo crean como excusa para ligar con sus intereses amorosos, pero la cosa se va de madre.
El club de la lucha encubierto empieza a atraer la atención de muchas chicas, pues apela a la sororidad posterior a las agresiones físicas producidas en el instituto. Lo que se acaba generando es un grupo de apoyo entre chicas que se consideran las «pringadas» del colegio y lo que intentan es ligar con sus crushes, todas animadoras.
Bottoms es una de las mejores parodias que he visto del grupo de populares/futbolistas/animadoras desde Chicas Malas (Mean Girls, 2004), de Mark Waters. Una visión de los míticos antagonistas del género completamente absurda y exagerada que queda como anillo al dedo con el estilo de la cinta.
El dúo protagonista sigue los estereotipos de las películas mencionadas anteriormente, pero lo utiliza de la mejor manera posible. Un dúo increíblemente divertido, con una personalidad muy definida y delirante y con un objetivo en común: perder la virginidad.
Una banda sonora totalmente acertada (como no, Charli XCX está metida de por medio) y de las que se agradecen. La tendencia reciente parece ser la de abusar de canciones pop sin un sentido narrativo. La ambientación y el significado que aportan las canciones le da una fuerza digna de una película de Edgar Wright.
Tiene personajes secundarios descojonantes, como el profesor de historia fumeta que acaba ayudándolas a montar el club, con frases lapidarias como: «The Holocaust. It happened.» o «Feminism: Who started it? a) Gloria Seinem, b) A man, c) Another woman», o Hazel, que tiene un afán terrorista desternillante.
Pequeño apunte: Las coming of age hacen plantearme cosas como, por ejemplo, como es que todo el mundo sabe de quién es cada taquilla habiendo CENTENARES. Yo fui a un instituto donde había 150 taquillas, a lo sumo, y apenas sabía cuál era la mía, no digamos las de los demás.
En resumen, Bottoms es una de esas películas que saben representar la adolescencia de la mejor manera posible: la libido descontrolada (sin pasarse de morbosos como en Big Mouth) y las locuras de instituto verosímiles, pero alocadas (desde el punto de vista americano, no nos engañemos). Una película cargada de un humor muy negro, pero crítico con la sociedad y las vivencias de las propias protagonistas; escenas muy duras; una carga dramática nunca vista en este tipo de películas y una trama con la que se atreven a ir mucho más allá que con otras coming of age anteriores. Una película con toques festivaleros que vale la pena ver en grupo.
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