Hace apenas unas semanas se entregaron los premios Emmy a lo mejor en materia de televisión de la temporada 2024-25. En un año especialmente inspirados los ganadores fueron Adolescencia (mejor miniserie), The Studio (mejor comedia) y The Pitt (mejor drama). Podría (y probablemente debería) dedicarle un texto a cada una de estas tres galardonadas, pues todas son magníficas. Sin embargo, creo que vale la pena dedicarle unas líneas a The Pitt que, probablemente, es la que ha tenido menos tirón en España.
The Pitt es, ante todo, un procedimental. Una serie que muestra a profesionales realizar su trabajo. Género televisivo por antonomasia, los procedimentales suelen construir un imaginario popular sobre varias profesiones, especialmente médicos, policías y abogados. Si en un procedimental tradicional lo que tenemos es una temporada en la que cada episodio es un caso aislado y, por lo general, podemos ver los capítulos de forma salteada, The Pitt introduce un elemento innovador que le hace jugar en otra liga: fusiona Urgencias con 24. Toda la temporada de la serie sucede en el mismo día, de hecho, es una guardia de 15 horas en un hospital de urgencias en Pittsburgh. Cada episodio es una hora de dicha guardia sucediendo prácticamente a tiempo real.

Más allá de su juego narrativo-temporal, el valor principal de la serie es que pone realmente en valor a los profesionales de la salud. Y no lo hace con discursos moralistas, sino mostrando la importancia del trabajo de médicos, enfermeros, conductores de ambulancia -e incluso el personal de limpieza de un hospital- y plasmando a personajes muy humanos y estrictamente profesionales. A diferencia de series como House, The Pitt se aleja del morbo y se centra en sumergir al espectador en un día en urgencias. La presión de salvar vidas cada 5 minutos la convierte en un thriller sin necesidad de exagerar demasiado el sentimiento real de miles de profesionales que se enfrentan a la muerte, a la enfermedad y al miedo cada día.
El reparto coral liderado por Noah Wyle es sencillamente increíble; o debería decir sencillamente creíble, pues uno olvida que los personajes no son realmente médicos. La atención al detalle en el procedimiento y la terminología médica consigue generar un verismo del que se beneficia constantemente. Y una vez el espectador cree estar en un hospital de verdad, la serie lo coje de la mano y lo lleva a través de un alegato humanista que se convierte en una oda a la empatía como pocas ficciones han conseguido.

La serie no está exenta de melodrama, cursilería y momentos de exageración, pero para una ficción americana, la crudeza consigue abrirse hueco. Al mismo tiempo que uno se enamora de esos personajes, que cometen errores que cuestan vidas, pero que no dejan de esforzarse por ser mejores profesionales, la serie construye una denuncia al estado de la sanidad: las horas y horas de espera, la epidemia del fentanilo en Estados Unidos y la salud mental de profesionales sometidos a turnos infinitos son algunos de los temas que trata sin aleccionar demasiado.
The Pitt es un milagro televisivo porque aúna, con aparente facilidad, la televisión del siglo pasado con los nuevos formatos. Consigue hacer un drama médico a la vieja usanza, pero introducir elementos narrativos, visuales y temáticos que resuenan con el público y los códigos actuales. Si tenéis la oportunidad de verla, hacedlo. Y si podéis, hacedlo en maratón de 15 horas para vivirla a tiempo real y sentir la experiencia The Pitt definitiva.