En junio de 1991, se estrenaron los dos últimos episodios de la serie Twin Peaks – la tercera temporada no llegaría hasta 2017 -. En este momento, el mundo ya sabía quién había matado a Laura Palmer (Sheryl Lee) y la última docena de episodios seguían tramas algo menos inspiradas que las que habían convertido la serie en un clásico instantáneo. Lynch y Frost habían introducido a Windom Earle (Kenneth Welsh), la némesis del agente Cooper (Kyle MacLachlan), a modo de Moriarty sediento de venganza y cargado de intelecto sobrehumano. La gente esperaba el último episodio con ansia, pues quedaban aún decenas de misterios por resolver y tramas por cerrar. No hay que olvidar, sin embargo, que Lynch no nos da nunca lo que queremos, sino lo que necesitamos.
El último episodio de Twin Peaks, titulado Más allá de la vida y la muerte, es un frustante laberinto en el que se dinamita todo aquello que se ha construido narrativamente hasta ese punto. Tonalmente es acertadísimo y su secuencia final es un cliffhanger que prometía no ser resuelto jamás. Ahora, los lynchianos más devotos ven con buenos ojos ese final, pero la mayoría de la audiencia que vio el desenlace por la ABC o Telecinco, se lo tomó como poco menos que una tomadura de pelo.

Por eso, cuando se anunció el estreno de una película de Twin Peaks, la gente respiró aliviada porque por fin iban a tener la resolución que creían merecer. Dicen que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Twin Peaks: Fuego camina conmigo (1992) es un estudio de personaje que, de nuevo, plantea más preguntas que respuestas a aquellos que no han entendido nada y siguen buscando respuestas en el cine de Lynch.
La primera parte de la película sigue la investigación del brutal asesinato de Teresa Banks (Pamela Gidley). A lo largo de la serie se hace alusión a este crimen, pues es el predecesor del asesinato de Laura Palmer, pero nunca se profundiza en el caso de forma exhaustiva. En Fuego camina conmigo, seguimos a dos agentes del FBI (Keifer Sutherland y Chris Isaak) en otro procedimiento lleno de simbolismo, secretos y misterio -aparición indescifrable de David Bowie incluida-. Sin embargo, nada nos prepara para la segunda parte de la cinta, que narra las últimas horas de la vida de Laura Palmer.
Llegados a este punto tengo que decir que Twin Peaks: Fuego camina conmigo es una de las experiencias más terroríficas que he vivido nunca. Es difícil describir la carga psicológica de los acontecimientos narrativos sin entrar en spoilers, pero el caso es que cualquiera que vea la película sabe quién es el asesino y cómo va a acabar la pobre joven. Fuego camina conmigo es poco más que el seguimiento en un día a día autodestructiva de una joven absolutamente rota por sus circunstancias. Una joven que se ve abocada al sexo y a las drogas para soportar el horror. Varias de las secuencias de la película son desoladoras, pues el espectador se da cuenta de que en 30 episodios no fue capaz de entender el estado mental de Laura Palmer, por mucho que conociera las versiones de las personas cercanas a ella. Lynch nos mete en la piel de Laura, que (mal)vive como alma en pena, pues la vida no parece mucho mejor que la inevitable alternativa.

Sin en la serie veíamos el pueblo a través de los ojos del agente Dale Cooper, en esta ocasión la mirada es la de Laura Palmer. Lynch nos deja claro que Laura era la única persona capaz de ver el Twin Peaks tal como era, incapaz de huir de los rincones más oscuros de todos los personajes que no dudaban en mentirle, utilizarla y hasta abusar de ella.
Twin Peaks: Fuego camina conmigo es una película que no funciona sin el precedente de la serie, pero se distancia mucho de ser un capítulo especial. Tiene un tono único y propio, que rima con el de los episodios, sin llegar a imitarlos. De hecho, lo único achacable a la película está en la dependencia con la serie. Las apariciones momentáneas -casi cameos- de algunos personajes y, por otro lado, el cambio de reparto en algunos otros (especialmente sangrante la ausencia de Lara Flynn Boyle como Donna) perjudican ligeramente la narración e imponen una distancia que juega en contra del horror absoluto de la narrativa principal. En cualquier caso, estamos hablando de una aproximación de Lynch al cine de terror (siempre psicológico), que complementa a las mil maravillas la serie que dio a conocer la obra de Lynch al mainstream. Por todo ello, te vuelvo a dar las gracias, maestro.