Hace un par de semanas fue la fiesta del cine y aproveché el descuento para ver tanto Venom: El Último Baile (Kelly Marcel, 2024) como La habitación de al lado (Pedro Almodóvar, 2024). La experiencia me dejó pensativo, hoy en día damos por hecho la cantidad y variedad de arte al que tenemos acceso. Si mi abuelo quería ver más de una película en el cine tenía que esperar meses o irse a otro lugar (perfectamente otra ciudad) en el que la proyección fuese distinta. Yo puedo ir la misma tarde a ver la última de Almodóvar y una película sobre un alien que come cerebros.
¿No os parece casi extraño el contraste? En un momento estoy viendo una película homoerótica que reflexiona sobre la muerte, la inmigración y el legado que dejamos… Y al siguiente estoy viendo La habitación de al lado.
Venom: El último baile es una película fascinante que he disfrutado muchísimo y que genuinamente recomiendo, aunque no sea una “buena película” como tal. Si puede ser en una doble sesión con La habitación de al lado, mejor, porque tratan temas similares que se nutren mutuamente. Y os sorprenderá cual de las dos películas es mejor.
A partir de ahora voy a spoilear Venom: El último baile. No creo que la película se resienta de saber el final (de hecho creo que mejora) y telegrafía desde el principio lo que va a ocurrir, pero aviso igualmente.
La película abre narrando cómo el malo maloso quiere una llave mágica para conquistar el universo; llave que solo existe mientras Eddie Brock (Tom Hardy) y Venom (Tom Hardy) están unidos, pero que desaparecerá completamente cuando uno de los dos muera. Hm…
Constantemente la película hace paralelismos entre simbiontes e inmigrantes, señalando cómo son encerrados, y a menudo sacrificados, para beneficio de Estados Unidos. Es un subtexto sutil, como cuando Eddie dice en voz alta “guau, si lo piensas, tú (Venom) eres un inmigrante”. Hmmm…
La película se llama Venom: EL ÚLTIMO BAILE. Hmmmmm…
Al final de Venom: Al Final Se Muere Venom… El alienígena muere, sacrificándose no por el universo si no por la felicidad y bienestar de Eddie, el humano con el que ha tenido una relación llena de altibajos pero profunda y cariñosa. La película borda este momento, elevando toda la obra gracias a sus ramificaciones en todo el metraje anterior.
¿La escena del simbionte bailando con la señora Chen (Peggy Lu) en Las Vegas al ritmo de Mamma Mia? Parecía que salía de la nada porque el personaje funciona muy bien en China, pero en realidad es el último momento de felicidad de un inmigrante gay (no voy a elaborar) con su mejor amiga.
¿La obligatoria escena de acción al principio del film? No era gratuita y simple, era una despedida de la rutina como pareja que tanto Eddie como Venom disfrutaban.
¿El backstory de una científica que estudió alienígenas en honor a su hermano al que mató un relámpago? Sigue siendo muy estúpido. ¡Pero lo importante funciona!
Venom 3 es fascinante porque es una “mala película” que funciona al bordar cómo afronta la muerte: un tema absolutamente fuera de su liga. Cuando la violencia CGI tiene que parar para dar un momento íntimo a sus protagonistas, para. Cuando Tom Hardy debe tener una conversación honesta y cercana con Tom Hardy, la tiene. Entras a una película de superhéroes de Sony sabiendo lo que te vas a encontrar: estructura predecible, seres ridículos como Venom o Jared Leto, alguien diciendo “vamos a tener que saltar”… Pero El Último Baile quiere contar algo sobre la muerte entre todos esos momentos y de alguna forma lo consigue.
Insisto, es una double feature cojonuda con La habitación de al lado, una “buena película” que no funciona al cagarse encima en un par de momentos clave abordando ese mismo tema. Vivimos en un universo en el que la película más interesante sobre la muerte con un subtexto gay es Venom: El último baile y no la obra más reciente de Almodóvar.
Si todavía tienes la oportunidad, tienes que ver ambas seguidas en el cine. Serás una persona distinta al salir, habrás visto los secretos de Dios en los ojos alienígenas de Venom y Tilda Swinton.