El fish and chips es un plato emblemático de la cocina británica, compuesto por filetes de pescado rebozados y patatas fritas. Surgió en el siglo XIX y se popularizó durante la Segunda Guerra Mundial como una comida económica. El pescado se reboza con harina y cerveza antes de freírse, mientras que las patatas se cortan en tiras y se fríen hasta que estén doradas. Se sirve con guarniciones como puré de guisantes, salsa tártara o vinagre de malta. Es una opción de comida reconfortante y rápida, apreciada tanto en el Reino Unido como en otros países.
Es una comida de esas que te hacen sentir como en casa, parecido a lo que podríamos decir aquí de las lentejas, las croquetas o la paella que, en cada hogar, aun siendo la misma receta, tienen su toque personal que lo hace diferencial. Eso es lo que debe sentir Adam, el protagonista de Desconocidos (All of Us Strangers), al remover los sentimientos del pasado y “volver” a casa de sus padres.
Vamos a ubicar un poco la cinta: Londres, la actualidad. Una noche Adam se encuentra de manera fortuita con su enigmático vecino, Harry, cuya presencia agita la calma de su rutina diaria. A medida que establecen una conexión, los recuerdos del pasado comienzan a inquietar a Adam, llevándolo de vuelta a su ciudad natal y al hogar de su niñez, donde descubre que sus padres parecen estar vivos, exactamente como lo estaban el día de su fallecimiento, hace ya 30 años. A partir de este punto, cuanto menos sepáis de la cinta, mejor. Para ir descubriendo todas sus capas y saboreando todos los pequeños detalles de esta.
Andrew Haigh (Looking) refleja en el filme a la perfección algunos sentimientos cotidianos como el amor (e incluso el enamoramiento), la incomprensión, la pérdida, el vacío y la redención. Y lo hace a través de la pareja y el vínculo emocional que forman Adam y Harry; y también a través de la relación del Adam de 12 años con sus padres y el tabú familiar que supone ser gay a finales de los 80 por los estigmas que puede generar. Lo que mejor hace Haigh con su All of Us Strangers es conseguir que te puedas sentir plenamente identificado con muchas de estas situaciones que se presentan.
Me acabo de dar cuenta que aún no he mencionado dos nombres. Que levanten la mano los “Scottliebers” y los “Mescaliebers”. Soy uno de vosotros. Andrew Scott y Paul Mescal son los dos mejores actores irlandeses de la actualidad si no existiera un tal Cillian Murphy. De Andrew Scott poco más se puede decir de su tardía pero brillante carrera tanto televisiva como cinematográfica. Tuvo su primer gran papel en John Adams (2008) pero todo el mundo recuerda su boom televisivo como antagonista de Benedict Cumberbatch en ese duelo Moriarty-Sherlock para el recuerdo. También ha tenido papeles icónicos como el Hot Priest de Fleabag (2016-2019), pero ha tenido realmente pocos personajes protagonistas en películas de largo alcance. En All of us strangers lo tiene y lo borda. Con todos los matices y sentimientos que plasma en su Adam es imposible que no empatices con él.
La otra mitad de Adam en la película es Harry, encarnado por el antes mencionado Paul Mescal. La meteórica y breve carrera del actor irlandés está más que justificada. Le ha bastado odiarlo y a la vez amarlo en Normal People (2020) y rompernos el corazón en Aftersun (2022) para convertirse en uno de los actores de moda de la actualidad. Y sino que se lo pregunten a Ridley Scott que ha contado con él como protagonista de la segunda parte de Gladiator (2000). En la cinta que nos concierne quizá hace un papel más a la sombra de Andrew Scott, pero la química que tienen ambos traspasa la pantalla y Mescal con su Harry se convierte en el complemento perfecto para entender por lo que está pasando Adam.
También se merecen mención unos contenidos pero sublimes Jamie Bell y Claire Foy. Se puede tratar fácilmente de dos de los actores ingleses más infravalorados de la actualidad. A Jamie Bell en su carrera le ha pesado mucho haber sido Billy Elliot en la película homónima. Y a Claire Foy desde el boom de The Crown (2016-2023) se ha ido diluyendo con algunas interpretaciones brillantes, pero pocas en general.
En resumen, All of us strangers es una película que, si te entregas a ella desde el principio, te traspasa por dentro y te remueve. Al final aquí es donde a veces reside la magia del cine: entrar en una sala siendo una persona y salir siendo otra. Y no te olvides los pañuelos, que quizá los necesitarás.