El origen del cocido madrileño, como el de cualquier receta ancestral, es más bien incierto. Los historiadores indican que su origen podría ser la olla podrida manchega, hecha con habas. Aunque el cocido madrileño tal y como lo conocemos surge en el siglo XVII, cuando este plato se hizo conocido por su gran cantidad de ingredientes. Entre ellos, además de los garbanzos, nos encontramos el morcillo, el tocino, la gallina, el chorizo o los huesos de ternera y cerdo. No encontrábamos una combinación tan variopinta como exitosa de ingredientes hasta que se estrenó Sálvame allí por el 2009.
En su momento, el programa se estrenó en Telecinco como un debate de otro programa de la cadena: Supervivientes. Pero poco a poco se ganó un lugar en la sobremesa y durante 14 años ha dominado la audiencia de las tardes iluminando las casas de mayores y no tan mayores. El programa evolucionó a lo largo de los años desde la crónica del corazón hasta convertirse en una especie de «reality» donde lo que realmente importaba eran las dinámicas entre sus colaboradores.
Teniendo en cuenta este factor, y después de que Telecinco cancelara el programa, Netflix vio un filón en estos personajes y dinámicas y decidió darles su propio programa, esta vez siendo un reality de verdad. Y dos semanas después del estreno de la primera tanda de episodios se puede decir que, sin lugar a duda, la compañía de Reed Hastings ha acertado.
Los protagonistas escogidos para este reality, llamado ¡Sálvese quien pueda!, han sido Lydia Lozano, Víctor Sandoval, Kiko Matamoros, Kiko Hernández, Belén Esteban, Chelo García-Cortés, Terelu Campos y María Patiño. En el programa, los seguiremos en su intento de reciclaje profesional y televisivo. Sin trabajo en España, toca volver a empezar, llevarse sus fotos de los pasillos donde han sido estrellas durante tantos años y buscarse la vida desde cero en Miami y en Ciudad de México. Los ocho protagonistas visitarán los canales de televisión más conocidos de habla hispana en las dos ciudades, serán recibidos por anfitriones que son estrellas televisivas en sus países y asistirán a las fiestas VIP donde podrán codearse con famosos internacionales.
Lo mejor de ¡Sálvese quien pueda! son, sin duda, las dinámicas entre los personajes. Cualquiera podría pensar antes de ver el programa que, después de tantas horas juntos en televisión, estas dinámicas podrían estar ya desgastadas. Pero nada más lejos de la realidad. Los diálogos y las situaciones que se presentan generan una adicción que hace que no apartes la mirada de la pantalla y sus tres capítulos de alrededor de 45 minutos pasen en un suspiro. Se notan las tablas que tienen todos ellos delante de las cámaras, consiguiendo que hasta las partes más guionizadas del reality se conviertan en un gallinero donde cada uno quiere tener la voz por encima del otro.
Pese a todo, se puede ver la gran estima que se tienen todos ellos aun habiéndose insultado minutos antes. Y quizá eso es lo que nos hace amar a estos personajes, ya que la autenticidad de sus discusiones y reconciliaciones podrían ser, perfectamente, las que tienes con tu hermano o con tus amigos. Son nuestros “primos televisivos”. La MVP de todos ellos en el programa es, por si alguien dudaba, Belén Esteban. Su autenticidad traspasa la pantalla y demuestra que es uno de los grandes personajes televisivos españoles del siglo XXI. María Patiño tampoco se queda lejos, aunque es cierto que, al llevar tantos años (tanto de presentadora como de colaboradora) en infinidad de programas del corazón, no se esperaba otra cosa. La revelación ha sido Lydia Lozano. Seguramente se podría esperar que quedara en un segundo plano ante tanto dinosaurio televisivo, pero aquí se convierte en la absoluta robaescenas y generadora infinita de GIFs. Sólo hay que ver el fragmento del segundo capítulo de Lydia en un programa religioso para entenderlo. Por el resto, Matamoros, Sandoval y Terelu cumplen; y Chelo y Kiko Hernández quedan bastante a la sombra, seguramente por no encontrarse tan dentro de la dinámica amor-odio del resto.
Por ponerle una pega a ¡Sálvese quien pueda!, su edición es más que mejorable. En muchos momentos las imágenes y el sonido se encadenan de manera muy precipitada y hacen que los cortes entre escenas se vean un poco sucios. Quien tuvo la idea de poner en bucle la canción Miami Beach de Rigoberta Bandini no tuvo su mejor día, eso está claro. Aun así, esto no consigue eclipsar la gran lluvia de momentazos que se suceden en su duración de aproximadamente 135 minutos. Y quien tenga ganas de más (yo el primero) deberá esperar hasta enero para ver la segunda tanda de capítulos en la que nuestros “primos televisivos” se desplazarán de Miami a Ciudad de México para seguir performando al máximo nivel televisivo.
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