Nathan Fielder da mucho miedo. Y es que el canadiense realiza en este primer episodio de The Curse un cambio radical respecto al personaje al que nos tiene acostumbrados. Si pensamos en sus trabajos anteriores: Nathan al rescate (Nathan For You, 2013-2017), This Hour Has 22 Minutes (2007-2009) o Los Ensayos (The Rehearsals, 2022), siempre lo hemos visto bajo la misma fachada. Nathan se muestra siempre como un individuo incómodo con ideas alocadas que toma como ideas ultraconvencionales. Si vienes con esta concepción y esperando este Nathan, agárrate los machos. Ya hablaremos de esto después.
El piloto de The Curse nos muestra a Nathan Fielder y a Emma Stone (brillante, como siempre), como una pareja de Los Alamos que están grabando el piloto de un reality show paternalista con la comunidad hispánica. A la memoria viene fácilmente cualquier programa que, podríamos ver en Divinity un domingo por la tarde. El reality trata de cómo ellos, como filántropos forrados, dan oportunidades a ciudadanos de La Española, una ciudad de Nuevo México, y les ofrecen un trabajo, vivienda… Lo que viene a ser una mejor vida desde el punto de vista de unos blancos adinerados de California.
Esto es lo primero que vemos en The Curse, pero después (como en la mayoría de propuestas de Fielder) las cosas cambian. El reality no va sobre sus acciones, va sobre ellos. Parecido a una especie de show a lo Las Kardashian (Keeping Up with the Kardashians, 2007-2021) o The Osbournes (2002-2005). Situaciones incómodas para parar un tren por parte de los protagonistas y creadores (recordemos que Bennie Safdie (Diamantes en bruto, 2019) está metido de por medio también), que nos harán pasar un peor trago que el capítulo más incómodo de The Office (la británica, que ya es mucho decir).
Dentro de la maquinaria propia de la manipulación de los realities, Ash (Nathan Fielder), hace un acto a lo Mr. Beast y le regala 100 dólares a una niña sólo para las cámaras. Cuando dejan de grabar, él le pide los 100 pavos y le dice que, a cambio, le compra el Sprite que estaba vendiendo cual niña scoutt. Entonces, ella le echa una maldición. AQUÍ EMPIEZA LA MAGIA.
Un relato sobre el capitalismo más feroz y más posturero de los white-saviours americanos. O al menos es lo que Nathan Fielder quiere que pensemos al principio. Todo acaba derivando a un relato sobre la gentrificación, el racismo, la manipulación y los penes pequeños.
Unos Fielder y Safdie que no decepcionan en ningún sentido, al igual que su coprotagonista, la oscarizada Emma Stone, en un papelón impresionante. Toda la serie grita a Globos de Oro y Emmys. Una comedia negrísima que, aún conociendo las mentes pensantes (y el apoyo del estudio A24) es difícil prever qué tan lejos puede llegar con la mordacidad de la sátira, la incomodidad y el humor negrísimo que vemos en pantalla durante la hora que dura el piloto.
En este sentido, el piloto de The Curse sienta sus bases al final del capítulo. Al principio parece que estés viendo por enésima vez un capítulo de Nathan al rescate, guionizado y oscuro, pero poco a poco te lleva a un pozo de angustia, vergüenza ajena y manipulación más profundo al que estamos acostumbrados en Los Ensayos. Una serie que a A24 le viene al dedo y de la que se nota la influencia de la oscuridad y hasta de un terror psicológico al que parece que puede acabar derivando la serie.
Un muy buen piloto que sienta unas bases muy sólidas para que Fielder nos vuelva a sorprender, aunque pareciera imposible de creer.