Santiago Requejo ha conseguido algo que parece sencillo, pero que es bastante complicado: hacer una película en un solo espacio que no aburra. Votemos (ya disponible en Prime Video) funciona porque el director entiende que el mejor teatro es el que no necesita salir del salón para contarte cómo es el mundo. Los 88 minutos transcurren en un piso del Madrid de los años setenta, que parece el de «las Supernenas» de Aquí no hay quien viva, con la incomodidad real de tener que decidir entre lo «correcto» y lo cómodo.

Votemos nace de un cortometraje que estuvo nominado a los Goya, y se nota que Requejo tenía muy claro qué quería contar cuando decidió expandir la historia. El resultado es una comedia dramática que juega en esa zona gris donde todos nos creemos buenos vecinos hasta que nos toca demostrar qué tipo de personas somos realmente. El reparto, con Clara Lago, Tito Valverde, Gonzalo de Castro y Raúl Fernández de Pablo a la cabeza, funciona como un mecanismo de relojería: cada personaje representa un tipo de cobardía diferente, desde el progre de salón hasta el facha declarado.

Donde Votemos acierta es en su planteamiento teatral. Requejo ha sabido trasladar al cine esa claustrofobia de las obras de cámara sin que se note forzado. La casa es un personaje más, con sus goteras y su papel pintado amarillento que refleja el estado de ánimo de unos vecinos que prefieren votar antes que asumir responsabilidades. El director de fotografía, Kiko de la Rica, consigue que cada plano apoye la asfixia moral de la situación, y la banda sonora de Morgana Acevedo acompaña sin molestar.

Sin embargo, la película adolece de cierta timidez a la hora de profundizar en el tema de la salud mental. Requejo toca el asunto con guantes blancos, como si tuviera miedo de ofender a alguien, y eso hace que algunos momentos se queden en la superficie. Se nota que el director quiere tratar el tema con respeto, pero a veces el respeto se confunde con la corrección política y la película pierde mordiente. Habría estado bien que el cineasta se hubiera atrevido a meter el dedo en la llaga un poco más, porque el cine que no incomoda raramente cambia nada.

Aun así, Votemos es una película necesaria que plantea preguntas incómodas sobre nuestra capacidad de empatía real. No es perfecta, pero cumple con lo que promete: entretenerte mientras te hace pensar en qué tipo de vecino eres tú.

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